Por
la apertura de nuevos proyectos mineros demandamos antes
explicaciones del colapso de la mina Bellavista.
Señor
Òscar Arias, nos dirigimos a usted con todo el respeto que
se
merece pero plenamente indignados e indignadas, por cuanto no estamos
de acuerdo que su gobierno siga promoviendo la minería de
oro
a cielo abierto, sin haber antes atendido adecuadamente la
catástrofe
ambiental, crisis social y pérdidas económicas
producidas por el colapso de la mina Bellavista en Miramar.
Su
gobierno nos debe explicaciones con esta apertura irresponsable,
porque desde la década de los 80, iniciando en Macacona de
Esparza, pasando por Beta Vargas de Chomes, Río Chiquito de
Tilarán hasta llegar a Bellavista de Miramar en 2007, las
minas de oro a cielo abierto han sido un rotundo fracaso en este
país. Son ejemplos de impunidad, destrucción
ambiental, perjuicio económico, engaño social y
evidencian la incapacidad del control y fiscalización del
Estado costarricense para ese tipo de proyectos.
La
mina Bellavista colapsó y su gobierno sigue guardando
silencio
o actuando con timidez extrema. Han transcurridos nueve meses
después del cierre, pero aún no tenemos un
informe
claro de las empresas ni de su gobierno sobre lo ocurrido en esa
mina. Resulta ridículo, que a punto de iniciar la
época
de lluvias, la Secretaría Técnica Nacional
Ambiental
(SETENA), conceda tres meses de plazo para que las empresas mineras
propongan el nombre de tres empresas internaciones de reconocido
prestigio en el ámbito de los desarrollos mineros para que
realicen una auditoría externa. ¿Qué
va a
hacer su gobierno en ese tiempo, mientras la mina sigue cayendo
día
a día? ¿Qué ha hecho su gobierno en
este tiempo
atrás?
Su
gobierno parece no entender la magnitud del desastre ocurrido y que
continúa ocurriendo en Bellavista. SETENA aún
mantiene
vigentes los permisos ambientales otorgados a esa mina, pese a haber
demostrado su inviabilidad social, económica y ambiental;
mientras, la Dirección de Geología y Minas, se
las
ingenia de mil maneras para mantener con vida los derechos mineros
otorgados a principios de la segunda mitad del siglo XX, dictando
resoluciones llenas de buenas intenciones, pero incapaces de
implementar acciones para prevenir la salida clandestina del equipo y
maquinaria en buen estado y hasta de la chatarra minera que
sobrevivió al colapso.
Aunque
el Ministerio de Salud canceló tímidamente los
permisos
sanitarios de la mina, el alcalde municipal de Montes de Oro, sigue
vanagloriándose en forma ridícula de haber
cerrado la
mina, sin animarse a cancelar la patente comercial y sin advertir
siquiera la salida clandestina de maquinaria, evadiendo controles y
avanzando lentamente hacia la frontera de Peñas Blancas
rumbo
a Nicaragua o dirigiéndose para la destrucción
prometida en Crucitas de San Carlos.
No
es congruente, que el Estado costarricense que ayer apoyó el
establecimiento de la mina Bellavista, guarde silencio ante el
desastre ocurrido y que sigue ocurriendo. Exigimos explicaciones de
lo que acontece en Bellavista, porque su gobierno sigue prometiendo
la apertura de otros proyectos mineros en territorio nacional,
quizá
obligado por los compromisos con otros gobiernos del mundo.
No
es posible que funcionarios del MINAE y otras dependencias, cargados
de títulos académicos, sin haber podido atender,
ni
entender la crisis en Bellavista, sigan autorizando nuevos desastres
mineros. No se debe permitir que se generen conflictos binacionales,
mientras se destruye la flora, la fauna y el agua de la
Región
Huetar Norte debido al Proyecto Minero Crucitas. ¿Son estos
los compromisos de paz con la naturaleza de su gobierno?
Los
estudios de impacto ambiental se han convertido en meros
trámites
con propuestas que legitiman la entrega de las riquezas minerales
nacionales a cualquier costo. De un plan de gestión
ambiental, omiso y homologado a estudio de impacto ambiental,
surgió
el desastre de Bellavista; y ahora, se pretende, a partir de un
anexo incorporado a la propuesta original del estudio de impacto
ambiental del proyecto minero Crucitas, disimular modificaciones
profundas cuando corresponden nuevos estudios y trámites
diferentes.
La
falta de recursos y capacidad del Estado no permite la apertura de
minas de oro a cielo abierto. No existe control minero efectivo y la
fiscalización es escasa y poco eficiente de principio a fin,
con mayor riesgo durante la fase de operación, porque
mientras, una mina opera los 365 días al año, los
controles estatales se dan mensualmente, con funcionarios que laboran
solo de lunes a viernes y de 7 de la mañana a 3 de la tarde.
Los
planes de cierre ni siquiera están definidos en el
Código
de Minería vigente y se depende de Declaraciones Juradas que
se convierten en simples compromisos de papel cuando algún
suceso ocurre fuera de la llamada "normalidad minera". En
esos momentos, resulta hasta imposible hacer efectivas las
ridículas
sumas por garantías ambientales y de cumplimiento.
¿Dónde
están ahora el gobierno canadiense, los embajadores y
representantes comerciales de ese país? ¿Por
qué
callan ante los desastres de mina Bellavista si siguen presionando en
el marco del TLC Costa Rica/Canadá la aprobación
de
otras minas de oro en este país? ¿Cómo
justifican, posterior al desastre minero, el cambio de nombre y
nuevas directivas de la casa matriz en Canadá,
así como
el cierre de las sedes de las subsidiarias en Costa Rica?
Señor
Presidente, lo invitamos a reflexionar y demostrarnos su
inteligencia. Está en juego la autodeterminación
de
nuestros primeros habitantes a quienes se les continúa
pisoteando con la entrega de la riqueza mineral y petróleo
de
los territorios indígenas. Está en juego Costa
Rica,
tierra firme de escasos 50 mil kilómetros cuadrados. Su
gobierno no puede, por la vanidad del oro, negarnos los derechos a
los residentes locales que reclamamos agua limpia, aire puro y tierra
para labranza en momentos en que alarman la escasez y precio de los
alimentos para consumo humano en el mundo entero.
Basta
ya minería. Esto no es un juego; ya hemos demostrado al
mundo
ser incapaces de controlar, fiscalizar y hasta cerrar minas de oro a
cielo abierto.
Respetuosamente,
Sonia
Torres Arguedas
Comité Ambiental Miramar / CEUS del Golfo
Red del Pacífico para la Defensa del Agua
Comité Ambiental Miramar / CEUS del Golfo
Red del Pacífico para la Defensa del Agua
Fuente:
http://www.thepanamanews.com/pn/v_14/issue_10/opiniones_08.html