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10 de octubre de 2011

Abangares: Laguna de colas al borde del colapso en MCC Mining Co.

Sin permisos para operar, mantiene ilegal producción de oro

Carlos Salazar (csalazar@elpais.co.cr) | 10/10/2011
San José, 10 oct (elpais.cr) - Con una orden oficial de cierre, sin pagar cuotas obrero patronales a la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), la empresa minera MCC Mining Co, Sociedad Anónima, sigue operando en Abangares, Guanacaste, mientras la laguna de lixiviación o de colas está al borde del colapso.
Así se desprende de los resultados de una investigación de este medio, realizada en los últimos cuatro meses, sobre irregularidades de empresas mineras en el cantón de Abangares, conocidas por altas autoridades del Ministerio del Ambiente, Energía y Telecomunicaciones (Minaet).
Además, la Dirección General de Minas (DGM), del Minaet, ha ordenado la clausura de las instalaciones, pero las autoridades de Seguridad Pública, notificadas oportunamente, han ignorado tal resolución, que explota el oro de las minas Boston y San Martín, en Abangares. A la vez, compra materiales a los mineros artesanales.
Inclusive, según expedientes en tribunales de Justicia y en la DGM, la concesión para operar una planta para beneficiar oro no es propiedad de MCC Co. S.A., sino que pertenece a un ingeniero identificado como José Francisco Rúa León.
Dicha concesión se encuentra en litigio en los tribunales de Justicia, y es investigada por la Fiscalía de Delitos Económicos (Ministerio Público), donde Rúa reclama sus derechos a sus ex socios Carlos Muñoz Álvarez y a Gerardo Álvarez Herrera.
Por otra parte, en una consulta de morosidad patronal, en la página oficial de la CCSS, realizada el 3 de octubre anterior, da cuenta de una deuda de 58 millones 531 mil con 687 colones.
Según el documento, la deuda desplegada corresponde a rubros de la Caja y Ley de Protección al Trabajador, no incluye la deuda de otras instituciones como el INA, IMAS, ASFA y Banco Popular.
Clausura
De acuerdo con la nota DGM/RNM 812-2011 enviada al Tribunal Ambiental Administrativo (TAA), del 19 de agosto anterior, la Directora interina de la DGM, Marlene Salazar Alvarado, solicitó el cierre de la planta de beneficiado.
"En virtud del principio precautorio en materia ambiental, solicito se dicte medida cautelar de suspensión de labores en la planta de beneficiamiento, toda vez que conforme lo indica la geóloga Sirzabel Ruiz, hay grietas en el dique del costado oeste de la pila de colas, aunado a que el geotextil está roto en el costado este la pila de colas", dice la petición de la Directora de la DGM.
Igualmente, fundamenta su petición en que "además, por no ser operada por el concesionario, no existe un regente ambiental ni minero, de manera que se desconoce el tratamiento que se les da a los químicos que se utiliza, y se desconoce el origen de los mismos".
Documentos en poder de este medio, recabados en diversas instituciones, indican sobre cuestionamientos legales a quienes operan las instalaciones de extracción de oro, así como diversas fotografías del peligro que representa la laguna de colas para las aguas que finalmente desembocan en el golfo de Nicoya.
Nota de la Redacción: Elpaís.cr prepara más información sobre el conflicto por la posesión de la concesión que supuestamente explota de manea ilegal MCC co. Mining en Abangares de Guanacaste.
A continuación ofrecemos dos fotografías el estado de la laguna de colas de MCC co Mining:




Fuente: Kioskos Ambientales.

23 de enero de 2011

La experiencia minera en Costa Rica existe y ha sido nefasta

Sonia Torres (*)

23/01/2011

Fuente: Ascot Minning.
En Costa Rica la minería se ha concentrado en el llamado cinturón del oro, en el que sobresale Abangares donde los ríos son plateados por el mercurio o lucen macilentos y tan ácidos como el limón y las ruinas convertidas en museo no terminan de servir al turismo.

En Miramar, las bellas vistas hacia el Golfo de Nicoya hoy tienen paisajes desérticos que interrumpen los corredores biológicos por causa de la cuarta mina de oro a cielo abierto.

En Esparza el desierto de Macacona producto de la primera mina de oro a cielo desangra diariamente el acuífero local y es testimonio de la pérdida de pozos de agua potable que siguen manando pesados metales concentrados desde el tajo cercano.

En Chomes, un hermoso cerro desapareció, y sobre una calle pública yacen actualmente los restos de las construcciones, como legajo de la tercera mina de oro a cielo abierto..., y a pocos pasos, los techos que albergan las esperanzas de los hombres y mujeres que creyeron en la minera.

En Río Chiquito, la sedimentación del embalse Arenal da cuenta de las miles de toneladas de tierra que fueron lanzadas en las márgenes del río antes de caer en el lago usado para producir la electricidad de un país.

Y en San Carlos, al igual que en el resto del país donde se han dado luchas contra las mineras, el rencor, rencillas y desprecio entre hermanos suplantó al amor, solidaridad y compañerismo de antes; en momentos en los que la minera recurre a un tercer tribunal en busca del respaldo a los compromisos adquiridos por gobernantes inescrupulosos.

Ni qué decir de los impactos sociales en Abangares, donde aunque tenemos el doble de la tasa de síndrome de Down del país y pese a que algunos funcionarios sanitarios le vinculan con la minería, pocos estudios formales se han realizado para correlacionar la misma en forma científica; pocos se preguntan por qué de los aumentos de abortos en comunidades abangareñas como Matapalo y Limonal separadas por la planta de proceso y lagunas mineras dejadas en abandono y nadie da cuenta de los niveles del mercurio en la sangre de los lugareños.


Como en cualquier lugar del mundo, las empresas mineras huyen de Costa Rica cuando les conviene o se cambian de nombre y continúan como si nada a lo interno del país. Aquí hasta se llevan los ahorros de las asociaciones solidaristas como ocurrió con la Ariel Resources en Abangares; dejando también cuentas sin pagar por servicios eléctricos y seguros médicos de los trabajadores. Aunque aquí no tenemos rótulos que hablen de las estadísticas que indiquen registros de las empresas mineras en las entradas de las minas, si tenemos cruces en los cementerios que señalan a los mineros que han sucumbido en las minas.


Aquí en Costa Rica no tenemos la valentía de tomar el toro por los cuernos y llamar pan al pan y vino al vino por temor a caer mal o conseguir menos de lo esperado. Quizá por eso, se produjeron las reformas al Código Minero que resultan en autoengaño porque, entre otras cosas, no se pusieron restricciones al procesamiento minero de las transnacionales que terminarán procesando el oro que extraerán los mineros sin compromisos laborales ni médicos para las empresas que serán las que establezcan la ley de la broza que terminarán comprando a los mineros alineados en cooperativas.


Aquí al igual que en cualquier lugar del mundo, el trabajador minero no tiene derecho a rebelarse porque no tiene otra fuente de trabajo. Los lugareños abandonan sus casas cuando la naciente secó y el agua no llegó más al hogar. No hay regulaciones y la minera invade el perímetro urbano, carcomiendo los techos de las casas.


Aquí al igual que en Chile y otros países las mineras abandonan las minas. Se cambian de nombre, cierran las oficinas y se atrincheran en el plantel minero en permanente amenaza.
En Abangares tenemos algunas mujeres viudas que han tenido que recurrir a la minería para seguir sosteniendo a la familia, luego que el esposo falleciera; a esas mujeres hoy se les ilustra como dependientes de la minería para sensibilizar más a la población.


Aquí en Costa Rica, son pocas las viudas e interminables los huérfanos que siguiendo los pasos del padre, del tío o del abuelo, siguen perforando las entrañas aunque paguen con su salud y quizá la vida; mientras, los más aventurados hacen negocio con el oro teñido de sangre de nuestros hermanos, pero a eso le llaman solidaridad, progreso y desarrollo sostenible.


Aquí la escolaridad de los mineros es baja; el alcoholismo es la enfermedad y la esperanza no existe. No hay equipos para respirar aire fresco en las entrañas, aún se cree en promesas y se añoran cooperativas que suenan a salvación.


En Costa Rica sucumbió mina Bellavista y en Miramar nadie se murió de hambre por falta de trabajo. El colapso de mina Bellavista evidenció en el siglo XXI la incapacidad de las instituciones en prevenir y atender emergencias mineras, al igual que no fue posible manejar adecuadamente el cierre advertido de Macacona, o el cierre intempestivo de Beta Vargas y Río Chiquito en el último cuarto del siglo XX.


¿Cómo no reconocer la experiencia minera de las autoridades de salud que muestran resultados de análisis de agua de un año atrás al colapso de la mina Bellavista, porque fueron incapaces de monitorear los "lavados" del cianuro que hizo la minera con las geomembranas rotas por las masas de roca en movimiento?


¿Cómo ignorar la experiencia nefasta de la Comisión de Emergencia declinando intervenir la mina Bellavista pocos días antes del colapso, pese al clamor popular?


Sigue siendo nefasta la experiencia minera cuando sucumbió la mina Bellavista y el estudio de impacto ambiental que la respaldó sigue vigente, no ha sido cancelado y la empresa trabaja sigilosamente de la mano del gobierno en una "nueva" propuesta minera, ya rechazada por SETENA en el año 1996.


Y ni hablar de la experiencia minera que tenemos en cuanto a trámites y permisos fraudulentos con el que pretendían operar en Crucitas, que han sido evidenciados de mil maneras y finalmente reconocidos por el Tribunal Contencioso Administrativo, por la constante y acuciosa labor de quienes han creído que vale más el agua que el oro y que la paz a la naturaleza no se nutre de discursos y escritos falsos.


Costa Rica ha escrito con sangre su historia minera. Pasado, presente y futuro. Tenemos experiencia minera y ha sido nefasta. La amenaza sigue pero el futuro es promisorio si seguimos el camino trazado por los valientes hombres y mujeres que a pie, de saco y corbata, quemando pestañas y gritando consignas, hemos dicho de muchas formas, no a la minería.


(*) Comité Ambiental Miramar

Fuente: elpais.cr