La Cruz de Crucitas
Aquí, aquí, donde la tierra sigue
soñando atardeceres:
Indefensa de ríos,
indefensa de bosques,
indefensa de pájaros...
Ella que hizo el humus
con las manos secretas del silencio,
y que amasó las rocas
con los siglos del fuego,
que retuvo la lluvia
debajo de su sombra,
como un vaso servido
para todos...
Aquí, aquí, en el centro
de los hondos diluvios de la vida,
llega la herida y hiere,
desangra la alegría
de las hojas del viento,
amordaza los cantos
con billeteras fieras,
hace caer la pluma
de la vida a la muerte.
No hay perdón, no hay perdón,
que la tierra y la vida no perdonan.
Y un día la tierra entera
se volverá silencio clandestino,
y el agua será un ciego
reptil contaminado,
y otro poema, como este,
grabará vuestros nombres,
-cada uno en su sombra sentenciada-
en las furias eternas del futuro.
Ah, señores del número siniestro,
creéis que estáis solos, protegidos
por los poderes fácticos del oro;
pero no, malditos escondidos
en los nichos bancarios de la muerte:
El futuro vigila con sus ojos sin sueño
y el pueblo con sus miles de ojos sucesivos,
y la tierra vigila protegida
por todas sus raíces,
y la savia vigila... y la savia vigila...
y el poeta vigila... y el poeta vigila...
1 de agosto del 2010.
Costa Rica, la cintura del mundo.
Laureano Albán,
Premio Magón, 2006.
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