16 de febrero de 2011

De gamonales, amores peligrosos y maricones

Dr. Rodrigo Cabezas Moya (*)

En tiempos no muy remotos en nuestro país era común la figura del gamonal, personaje que controlaba los peones de la hacienda no solo en términos de salarios sino también sus vidas como un todo.
Esa figura ha ido desapareciendo no así el síndrome de dependencia de sus "súbditos" que siguen pensando en términos de la relación gamonal-peón.

Existen provincias en donde el fenómeno es más marcado y recientemente hemos vistos como en pleno Valle Central se ven manifestaciones de esa dependencia. No importa si el gamonal ha tenido posiciones políticas muy altas y ya no las tiene o si alguno de sus familiares quieren continuar la dinastía.

Incluso, vemos como personas electas a puestos importantes manifiestan su amor ciego al gamonal, lo defienden con locura e incluso insultan a quienes se atrevan a dudar de su grandiosidad con epítetos poco elegantes, incluso en foros en donde no se esperaría semejante conducta.

Otros, con pasión mantecosa expresan absurdos como que si pudieran les gustaría tener un hijo del gamonal, como si estas privilegiadas figuras tuvieran un hijo con cualquiera.

¿Es esta una conducta puramente servil, de dependencia extrema o es una conducta patológica? ¿Cómo puede el gamonal en estos tiempos modernos retribuir esos sentimientos? Imagino que en sus haciendas ahora o el futuro habría espacio para estos singulares adoradores . Caso contrario, inútilmente se exponen al ridículo.

(*) Rodrigo Cabezas
      Médico

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