Columnista huésped | 17 de Octubre 2010
Por Isabel Ducca D.
De vez en cuando hay que hacer una visita al reino del respeto. Volvemos reconfortados de ver tanta maravilla realizarse. Generalmente, invitamos a los o las amigas que andan un poco alicaídas por algún percance de esos que los seres humanos tenemos, cada vez más a menudo, por andar husmeando y metiendo las narices en los reinos de los ogros y las maléficas. Para no cansarlos con el cuento, en este viaje nos acompañaron los AYUNANTES que hace ya más de ocho días están frente a la Casa Presidencial en San José de Costa Rica.
No habíamos terminado de cruzar la frontera, cuando un cortejo de jóvenes y ancianos nos llegaron a recibir y les traían sillas para que no dieran ni un paso pues, según una proclama de la Reina, ellos eran los huéspedes más honorables que habían llegado a visitarlos. No más los sentaron, e inmediatamente fueron coronados con guirnaldas de flores, pues los nombraron Hijos Predilectos de la Madre Tierra. Un desfile en su honor se había organizado con carrozas que representaban grandes luchas por el medio ambiente a lo largo y ancho del planeta. Ellos encabezaban el desfile y las Cuatro Estaciones de Vivaldi y la Novena sinfonía de Bethoveen se dejaron oír desde los postes del alumbrado público, pues cada uno cuenta con un micrófono para que los habitantes de ese Reino puedan gozar del arte constantemente.
Por cada pueblo por el que desfilaba el cortejo, la gente no sólo aplaudía a los Hijos Predilectos de la Madre Tierra, sino que les regalaban muestras de amor a la Naturaleza. Por ejemplo, hubo un pueblito en que los niños habían recogido nidos de pájaros, ya abandonados por supuesto, piedras de colores y semillas de una gran variedad de especies, de formas y colores variados e inusitados y en una canastita hecha de papel les habían puesto un regalo a cada uno.
Como si eso fuera poco, nos enteramos poco después que, por solidaridad con los ayunantes, la Reina, había pedido a sus compañeros y compañeras, porque no permite hablar de súbditos, que sin poner en riesgo la salud, todos los que quisieran y pudieran, ayunaran mientras estábamos de visita. Ella misma encabezaba el ayuno por la Vida y la Madre Tierra.
Ni para que les cuento de los medios de información, porque en el Reino del Respeto, se llaman medios de información, por un decreto del Consejo de Ancianos, está prohibido poseer medios de comunicación de masas. Ellos y ellas, los ancianos, argumentan que ese país no hay masas, hay personas y tienen el derecho a estar informadas. Bueno, la cosa es que desde los niñitos de cinco años hasta las ancianitas de un alberque, hicieron fila para hablar, entrevistar y dar a conocer la opinión de los Ayunantes y el por qué de la lucha. No podían creer que existiera un mundo donde se adorara el Oro, la Plata, y el Dinero por encima de la Madre Natura.
A nosotros nos entristeció mucho que los niños tan pequeñitos se enteraran de cosas tan trágicas. No podían creer que autoridades y el Presidente de un país mandara a talar árboles. En el Reino del Respeto, los árboles son sagrados y se le pide permiso a la Madre Tierra cuando hay que cortar alguno. Tampoco podían creer que nuestra Presidenta no los honrara como se les hizo allá.
La Reina, como muestra de su solidaridad, abrió las puertas del palacio a todos los ciudadanos que quisieran acompañar a los visitantes. Pudimos constatar que no era manipulación lo del ayuno, porque no separó un minuto de sus huéspedes y tomaba el mismo líquido que se les ofrecía a todos.
Estaba tan contenta de poder ayudarnos en algo, que todas las noches que estuvimos ahí mandó a organizar cantos y juegos en honor de sus invitados.
Por fin, como despedida, nos tenía una sorpresa. Había mandado a grabar en camisetas el rostro de todos los Ayunantes y pidió que se hicieran carteles. El último día recorrimos en sentido inverso el reino, y todo el mundo andaba con su camiseta y los carteles empapelaban el Reino.
Antes de cruzar la frontera, hubo un acto solemne y les colocaron una insignia tejida con hilos de araña, después los invitaron a firmar en un libro donde solo pueden aparecer quienes son Hijos Predilectos de la Madre Tierra.
Y no sé si fue la emoción de poder vivir toda esa muestra de amor y solidaridad, pero en el último momento me pareció ver que entre las nubes se asomaba un viejito de lentes y se sonreía.
En Costa Rica, once ayunantes primero y, después, cinco personas en huelga de hambre, se enfrentan a la empresa minera Infinito Gold por amor a la Madre Tierra.
Por favor, urge, necesitamos solidaridad nacional e internacional.
Columnista huésped | 17 de Octubre 2010
Fuente: Tribuna Democrática.
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